
Para evitar la deslocalización de las grandes empresas y corporaciones a paÃses con bajos tipos impositivos y frenar la deslocalización de sus beneficios a los paraÃsos fiscales, el 46º presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aboga por un impuesto de sociedades mÃnimo global de al menos el 15%. El Grupo de los Siete también ha respaldado la propuesta de Biden. Los ministros de finanzas del G7 acordaron luchar contra la evasión fiscal haciendo que las empresas paguen más en los paÃses donde hacen negocios.
Dejaremos a los mejores economistas y analistas económicos del mundo que decidan lo que una posible reforma de esta envergadura supondrÃa para la economÃa mundial y para cada paÃs. Sin embargo, debido a nuestra experiencia en la vida de los expatriados, aprovechamos esta oportunidad para analizar el impacto que un impuesto mÃnimo global puede tener en la movilidad internacional. Teniendo en cuenta las pautas actuales en torno a la movilidad de los talentos y el afán y la capacidad de las empresas de emplear una fuerza de trabajo internacional y trasladar a los empleados a oficinas en diferentes paÃses, ¿qué significarÃa el tipo impositivo mÃnimo universal sugerido para la movilidad global?Â
Actualmente, debido a la competencia fiscal y a la capacidad de respuesta de los paÃses a los cambios fiscales que se producen en otros paÃses, las empresas y los empleados se benefician de la libre movilidad. Por ejemplo, las empresas estadounidenses tienen oficinas en Irlanda y los PaÃses Bajos, donde actualmente los impuestos de sociedades son de los más bajos de la UE (12,5% y 15%, respectivamente). Supongamos que se aplica un impuesto mÃnimo global, que dictará que una empresa estadounidense, independientemente de si opera desde Estados Unidos o Irlanda, tendrá que pagar la misma cantidad de impuestos al paÃs en el que opere. En ese caso, ya no habrá motivación para que esta empresa establezca oficinas en Irlanda, lo que disminuirá la movilidad de la mano de obra de EE.UU. a Europa.
Los datos sugieren que la decisión de las empresas sobre si su producción tendrá lugar a nivel local o en el extranjero y el tipo de inversión (si la hay) que realizarán en el extranjero se ve afectada en cierta medida por los tipos impositivos. Con un impuesto global mÃnimo, las empresas tendrán menos motivos para poner sus miras en el extranjero. Â
Por el momento, todos estamos de acuerdo en que la aplicación de un tipo impositivo mÃnimo global no puede ser una actividad sencilla. Los diferentes soberanos tendrán diferentes puntos de vista sobre la cuantÃa de este impuesto. También es difÃcil imaginar que los paraÃsos fiscales abandonen su singularidad sin oponerse a la reforma que eliminará sus privilegios. Del mismo modo, las vastas economÃas de Rusia, China y Brasil se asegurarán de que sus argumentos a favor o en contra sean escuchados.
Una agencia fiscal internacional y la colaboración entre paÃses son sin duda las mejores soluciones para una visión como ésta. Sin embargo, la investigación ha demostrado que los impuestos están estrechamente relacionados con el comportamiento social; por ejemplo, la evasión fiscal es más común en un paÃs mediterráneo como Grecia que en los paÃses nórdicos.Â
Cada paÃs tiene derecho a hacer todo lo posible para atraer la inversión de los gigantes empresariales, el talento internacional y el conocimiento. Y eso sólo puede denominarse "justo" desde la perspectiva de los paraÃsos fiscales y los paÃses con menos impuestos. Por ejemplo, mientras hablamos, las empresas pueden establecer sucursales locales en diferentes paÃses y pagar el tipo de impuesto de sociedades local definido por cada paÃs, incluso si los beneficios provienen de ventas en otros lugares. Asà pues, esto es lo que el G7 acuerda cambiar: las empresas pagarán impuestos en el paÃs (o paÃses) donde venden sus productos o servicios y obtienen ingresos, y no en el paÃs donde declaran sus beneficios y se encuentran fÃsicamente a efectos fiscales. Un impuesto mÃnimo mundial impedirá que los paÃses compitan entre sÃ. ¿Significará también un impuesto mÃnimo global que el intercambio y la puesta en común de conocimientos se paralizarán? ¿Se volverán los paÃses más introvertidos y no habrá razones suficientes para la colaboración internacional? ¿Significará esto una peligrosa menor exposición a la "otredad"?
Según las Naciones Unidas, en 2019, la población migrante internacional era de casi 272 millones de personas, la mayorÃa de las cuales proceden de paÃses de renta alta, lo que significa que son profesionales bien formados y cualificados. La globalización y la inmigración exponen a las personas a la diversidad, confrontándolas a ver las cosas de manera diferente, a pensar de nuevas maneras y a desviarse de los estereotipos sobre los demás. Al final, las personas que han estado expuestas a más diversidad tienden a darse cuenta de que, como ha dicho el novelista estadounidense V. T. Nguyen "todos tenemos mucho más en común que en diferencia". Pero, ¿qué pasará con nuestra inteligencia cultural si tenemos menos motivos para movernos?