
Vivir en el extranjero puede acentuar la visibilidad de los estereotipos de género, especialmente en el entorno profesional. A menudo, se percibe que las mujeres siguen a sus parejas al extranjero y se espera que ocupen sus días dentro de los círculos sociales de la comunidad expatriada. Los hombres enfrentan sus propios clichés: suelen ser vistos como profesionales ambiciosos, enviados al exterior por una decisión estratégica de carrera, generalmente para ocupar puestos de alto nivel. ¿Por qué persisten aún estas visiones anticuadas sobre el género y las carreras internacionales?
La hipótesis del “cónyuge acompañante”
En el imaginario popular, el cónyuge que acompaña en el extranjero es casi siempre una mujer.
“Cuando me mudé a Singapur para ocupar un puesto ejecutivo, la mayoría asumía de inmediato que era mi esposo quien había sido transferido. Es agotador tener que explicar constantemente que yo era quien sostenía económicamente a la familia”, comenta , directora de marketing.
Si bien todavía es común que las mudanzas internacionales estén impulsadas por la carrera del esposo, la tendencia está cambiando. Según el , las mujeres representan ahora el 30% de los expatriados activos profesionalmente — un aumento considerable frente al 5% en la década de 1980.
También es importante distinguir entre los modelos tradicionales de expatriación y las nuevas realidades. En el pasado, la mayoría de los expatriados se mudaban al extranjero mediante asignaciones patrocinadas por sus empresas. Hoy en día, muchos encuentran trabajo localmente bajo contratos locales. El mismo estudio muestra un número creciente de profesionales que buscan empleo en el extranjero de forma independiente, sin mediación corporativa. En estos casos, la noción del “cónyuge acompañante” pierde relevancia.
Cada vez más, las parejas eligen juntas sus destinos objetivos, sopesando las oportunidades laborales para ambos.
¿Un esposo expatriado que se queda en casa?
Como contrapeso al estereotipo común, aún se espera que los hombres sean los principales proveedores en el extranjero.
Encontrarse con un expatriado que se queda en casa cuidando a los hijos sigue causando sorpresa — incluso admiración — incluso entre quienes se consideran libres de prejuicios.
Jonathan, un expatriado británico, comparte su experiencia: “Cuando decidí tomarme un descanso profesional y concentrarme en criar a nuestros hijos en Suecia mientras mi esposa trabajaba, recibí innumerables comentarios sobre mi ‘valentía', como si hubiera renunciado de alguna forma a ser hombre”.
Existen señales de un cambio gradual. El señala que, dentro de la Unión Europea, las responsabilidades de cuidado infantil se comparten cada vez más entre hombres y mujeres.
¿Una ingeniera en el extranjero?
En Francia, solo el 24% de los ingenieros son mujeres, según la última encuesta de la asociación Ingenieurs et Scientifiques de France. La es ligeramente superior en países como Alemania y Finlandia, pero la ingeniería sigue siendo un campo dominado por hombres en gran parte del mundo.
Varias iniciativas buscan desafiar los estereotipos que desalientan a las mujeres de seguir carreras científicas y técnicas. En Francia, por ejemplo, la asociación Elles bougent (“Ellas se mueven”) trabaja para derribar barreras en industrias como la aeronáutica, el transporte marítimo, la tecnología digital y el sector automotriz.
Estos esfuerzos están generando cambios, aunque lentamente. Aun así, encontrarse con una ingeniera en el extranjero suele provocar sorpresa.
Lisa, una ingeniera con sede en Singapur, explica: “A veces tuve que afirmar con firmeza mi posición cuando trataba con colegas de Indonesia o Vietnam que no estaban acostumbrados a ver a una mujer en este rol”.
Liderazgo: ¿una cualidad masculina?
Entre los expatriados, el liderazgo todavía se percibe con frecuencia como una cualidad natural de los hombres.
Por el contrario, las mujeres son vistas a menudo como menos aptas para dirigir equipos o departamentos. Cuando ejercen autoridad, corren el riesgo de ser etiquetadas como “poco femeninas”.
Un sobre las mujeres en el ámbito laboral destaca este sesgo. Concluyó que el 40% de las mujeres cree que su género afecta negativamente su progresión profesional en el extranjero, especialmente en lo que respecta a roles de liderazgo.
Meena, una expatriada india, comparte su experiencia: “En Dubái, yo era la única mujer en un equipo de 15 personas. Mientras mis colegas hombres eran invitados a cenas después del trabajo, a mí me excluían con frecuencia. Aun así, se suponía que debía liderar el equipo en un proyecto. Fue una experiencia realmente difícil. Incluso yo misma, en ocasiones, no me sentía legítima sabiendo que los demás no aceptaban mi autoridad”.
Conciliación: ¿una prioridad femenina?
Tradicionalmente, se consideraba que los hombres en el extranjero estaban más enfocados en el trabajo, mientras que la vida personal y familiar era vista como secundaria — una carga que pesaba menos sobre ellos que sobre las mujeres.
Pero esta visión está quedando obsoleta. Las mentalidades están cambiando entre generaciones.
Una a 22.800 personas de la Generación Z revela que la conciliación entre la vida personal y laboral es ahora la principal prioridad al elegir un empleo. La era de las largas jornadas y el sacrificio total por el ascenso profesional está quedando atrás. La flexibilidad — en horarios, lugar y condiciones de trabajo — junto con el bienestar y un equilibrio saludable entre vida profesional y personal, es ahora esencial.
Muchas organizaciones han respondido ofreciendo modalidades de trabajo flexibles para adaptarse a estas nuevas expectativas.
¿A los hombres les cuesta más adaptarse culturalmente?
Otro cliché persistente sugiere que los hombres tienen más dificultades para adaptarse a las culturas locales en el trabajo y en la vida diaria.
Las investigaciones indican que las mujeres tienden a mostrar una mayor adaptabilidad intercultural, a menudo atribuida a habilidades interpersonales más desarrolladas y una mayor disposición a interactuar con las costumbres y redes sociales locales.
, un expatriado británico en Tokio, comparte su experiencia: “En Japón, me costaba mucho adaptarme al estilo de comunicación indirecta en el lugar de trabajo. A menudo sentía que malinterpretaba las señales o que presionaba demasiado en las discusiones. Mientras tanto, mis colegas mujeres parecían adaptarse mucho más rápido — establecían relaciones con el personal local casi por imitación”.
¿Qué es realidad y qué es cliché?
Los estereotipos a menudo tienen un fondo de verdad. Pero cuando se exageran, se convierten en meras caricaturas. El reto está en reconocer los matices sin caer en generalizaciones fáciles. Como advirtió Federico II de Prusia sobre los estereotipos: “Échalos por la puerta, y volverán a entrar por la ventana”.