Supongamos que te han contratado recientemente en el extranjero, o que te han ascendido, cambiado de departamento, cambiado de supervisor... Y que todo iba bien hasta el día en que empezaron a surgir tensiones entre tú y tu supervisor. Desde entonces, cada día traía su ración de disputas. O eso, o estallan sin previo aviso, a la vuelta de una reunión, o por algún malentendido o mala interpretación.
Los conflictos en el trabajo pueden minar rápidamente una vida. Pensamos en ellos antes de ir a trabajar. Nos siguen durante el día e incluso nos alcanzan cuando llegamos a casa. Estos conflictos pueden tomar un cariz aún más dramático cuando vives en el extranjero, ya que estás lejos de tus raíces y de tu sistema de apoyo. Entonces, ¿cómo afrontar estas situaciones conflictivas? ¿A quién puedes recurrir?
¿Cómo afrontar un conflicto con tu superior?
Hay preguntas que hay que responder si quieres entender la situación. ¿De dónde viene el conflicto? ¿Es puramente profesional o personal? En algunos casos, simplemente no hay coincidencia con el superior. A veces, se cuestionan las competencias del expatriado y/o del superior.
Lo primero y más difícil es dar un paso atrás. Es la única manera de llegar a la raíz del conflicto. También es el principio de la solución. En un país extranjero, todas las emociones pueden multiplicarse por diez, tanto en un lado como en el otro. Te has mudado de tu país de origen para abrazar una cultura diferente. Hazte las siguientes preguntas: "¿El conflicto es culpa mía o no? ¿Es un malentendido? ¿El origen del conflicto es profesional? ¿Es el problema más profundo (valores, caracteres incompatibles, etc.)?"
Recuerda que tu superior es tan humano como tú y que el choque cultural del expatriado suele ser señalado. No olvides que la empresa que te ha contratado también está asumiendo un reto, aunque esté familiarizada con la práctica. Si no siempre te resulta fácil hacerte entender por tus compatriotas, ahora está el extranjero que puede añadir otra capa de dificultad a la situación. En cualquier caso, si hablas el idioma y entiendes la cultura local, ahorrarás un tiempo precioso.
Es posible que no encuentres necesariamente el origen del problema. En cualquier caso, después de dar un paso atrás, pase al diálogo. Hay que moverse rápido, lo más rápido posible, para evitar meterse en más complicaciones. Pide una reunión con tu jefe, respetando las costumbres del país de acogida y la cultura de tu empresa.
¿Puedes hablar directamente con tu jefe, o tienes que hacer una petición por escrito? No intentes ajustar cuentas, aunque te sientas víctima. Intenta comprender a tu jefe y demostrar que quieres encontrar una solución.
¿Qué hacer cuando el diálogo no funciona?
A veces, todos tus esfuerzos no resolverán el conflicto. En este caso, considera la posibilidad de recurrir a un tercero. De nuevo, todo dependerá de los procedimientos de la empresa y de la legislación de tu país de acogida. ¿Están presentes los sindicatos de trabajadores? ¿Puedes recurrir a los representantes de los trabajadores, a un mediador o incluso al médico del trabajo? Algunos países contemplan en su código laboral la posibilidad de ser asistido por un asesor en ausencia de los representantes de los trabajadores.
¿Quién te asistió cuando tomaste posesión de tu puesto? ¿Te has beneficiado de un programa de iniciación o de una formación cultural en tu nueva empresa? Según tu situación, puedes preguntar a tu tutor o, en su defecto, a tu responsable de RRHH o, si lo hay, a tu "jefe de felicidad". Este "gestor de la felicidad" o "responsable de la felicidad en la empresa" se encarga de que los empleados se sientan "bien" en el trabajo. La gestión de conflictos es, por tanto, una de sus misiones. Aunque la profesión es todavía confidencial, está ganando terreno en los grandes grupos y en las startups.
Algunos empleados desvinculados y con contratos de expatriación piensan en recurrir a la empresa que los envió. Pero este método es arriesgado. La empresa emisora es completamente ajena al conflicto y puede pensar que el empleado quiere obligarla a tomar partido. La empresa extranjera puede sentirse infantilizada. Al final, sólo conseguiría agravar el problema.
Cómo prevenir los conflictos cuando se trabaja en el extranjero
Haz los deberes. Sin necesidad de entrar en todas las leyes laborales de tu país de acogida, infórmate de lo más básico mucho antes de salir. Piensa en la presencia de un sindicato de trabajadores, el estado del mercado laboral, la situación de tu futura empresa, etc. Este consejo también es válido si te vas al extranjero a buscar trabajo.
Aprende el idioma local. Nunca se insistirá lo suficiente en esto. Si es posible, deberías empezar a aprender el idioma antes de venir. Como mínimo, deberías tener la base que te permita empezar con éxito tu nueva vida. No dejes de aprender el idioma y la cultura. Aunque en tu empresa sólo se hable inglés, no vas a pasar toda tu vida allí. Conocer el idioma te ayudará a conectar con los lugareños. También verán que te esfuerzas por encajar. En el trabajo, podrás detectar más fácilmente las posibles fuentes de conflicto.
Infórmate bien sobre tu puesto. ¿Es lo que te dijeron que sería? Si no es así, pide educadamente una explicación.
Si es posible, acude unas semanas o incluso dos buenos meses antes de empezar en tu nuevo puesto. Imagínate el estrés de empezar a trabajar nada más bajar del avión. Tómate tu tiempo para realizar los trámites administrativos, instalarte y familiarizarte con tu nuevo barrio para orientarte bien. Aterrizará en su nuevo lugar de trabajo más relajado.
Haz preguntas. Los expatriados suelen cometer el error de no preguntar nada. Quieren ponerse en marcha lo antes posible y olvidan que el mismo trabajo puede hacerse de forma diferente en distintos países. Observa a tus compañeros y superiores, y su forma de trabajar y actuar. ¿Están acostumbrados a hablar en voz alta, en voz baja y a moverse mucho? ¿Cuál es el ambiente en la oficina? Los conflictos surgen a veces por detalles que se consideran insignificantes pero que tienen una gran repercusión en el trabajo.
Cultiva el arte del compromiso, pero no en exceso. No te dejes llevar por la idea de que sólo así se resolverá el conflicto. Te arriesgas a sacrificar tu propia cordura. Permanece atento, sobre todo si notas que la disputa se convierte en discriminación, agresividad, acoso, etc. Estas prácticas están condenadas por muchas leyes.
No te dejes minar por un conflicto. Al contrario, demuestra tu capacidad para recuperarte.
Infórmate. Si tienes la posibilidad de beneficiarte de programas de integración intercultural, aprovéchalos. Si tu empresa de origen no te proporciona ningún tipo de apoyo, o si te mudas al extranjero por tu cuenta, que no cunda el pánico. Existen entrenadores especializados en expatriación que le orientarán antes, durante e incluso después de su experiencia laboral en el extranjero. Los vídeos de YouTube y otros blogs también son una mina de oro de información útil.